sábado, 27 de noviembre de 2010

CAPITULO 20

Nami se dejó llevar. Cerró los ojos mientras se dejaba envolver por el cálido aliento de su capitán. De repente, sin saber por qué, notó cómo Luffy la empuja brutalmente haciéndola caer de espaldas. Al segundo comprende. Se oye un enorme estruendo, seguido de un vaivén violento de la nave. Luffy estira sus brazos a límites imposibles para poder aferrase al barco y no caer.

- ¿Qué ha sido eso?,- pregunta Nami, asustada.

Luffy no responde. Tan sólo mira fijamente al horizonte del mar, con el ceño fruncido. Nami mira en la misma dirección. En la lejanía apenas logra distinguir una silueta, pero puede apreciar un sonido débil que poco a poco va creciendo. El mismo sonido que escuchó mientras Luffy la intentaba besar. Pensó que era su propio corazón, pero era una bala de cañón. Bala que es rechazada por Luffy, quien segundos antes estira brazos y piernas para poder aferrarse al barco, al momento que hincha su cuerpo para recibir la bala de cañón, que rebota en su estómago y regresa a su punto de origen cual boomerang. Lamentablemente, no hizo diana. Recuperando su forma original, Luffy volvió a alargar sus brazos hasta el barco contrincante, envolvió sus brazos en él y lo atrajo hacia ellos, preparando el abordaje. Nami, mientras tanto, reaccionó levantándose del suelo y corriendo hacia su camarote a por su "vara del tiempo". Cuando volvió a cubierta, ya nada pudo hacer.

sábado, 20 de noviembre de 2010

CAPITULO 19

Zoro se dejo caer sobre la roca, con la mano en la cabeza. Se estaba derrumbando. La arqueóloga sintió la necesidad de acercarse al guerrero y demostrarle su apoyo, pero desistió cuando comenzó él comenzó a hablar entre lágrimas:

- Es algo que no comprendo,- logró decir Zoro, con la mirada vacía -. Cada vez que me acuerdo...,- una lágrima cae sobre la roca -. Cuando me miro al espejo, o reflejado en el agua, me doy asco. No sé cómo pudo pasar, es algo totalmente antinatural. ¿Yo, enamorado de otro hombre? Kuina fue, es y será siempre mi verdadero amor. Sanji no es más que un amigo, un compañero de fatigas y batallas. Como tú. Como Nami. Como Luffy. Como todos. Y no me voy enamorando de todos vosotros. Sanji es mi amigo, nada más. Pero...

- Pero el estar tanto tiempo juntos ha hecho que afloren sentimiento nuevos en ti, ¿verdad?,- responde Robin, mientras hace florecer unos brazos de la roca para abrazar y calmar a Zoro. Éste asiente vergonzoso y sollozante -. ¿Y por qué no se lo dices a él? Lleva desde aquella noche buscándote para hablarlo, pero tú siempre le has dado largas. ¿Por qué?

- ¿Por qué?,- Zoro la mira fijamente -. ¿Quieres saber por qué?,- Robin asiente, intrigada. Pero Zoro es interrumpido por una explosión lejana.

Al oír aquella explosión, Chopper, Sanji y Ussop vuelven, asustados, su rostro hacia donde está atracado el barco.


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- ¡Por Alá y Mahoma!,- exclama Ussop -. ¿No me digáis que...?

- ¡Sí!,- responde aterrado Sanji -. ¡Ha sido el barco!,- pero el semblante del cocinero se vuelve más pálido -. ¡Nami!,- y sale corriendo el dirección a la explosión. Los otros dos le siguen.

sábado, 13 de noviembre de 2010

CAPITULO 18

Luffy saltó de nuevo a cubierta. Nami llevaba un buen rato parada, como una estatua, mirando al horizonte. Luffy se acerca junto a ella.

- Nami...,- le susurra. La ladrona no reaccionaba. Luffy posa su mano en su hombro. Esta vez, Nami vuelve la cabeza hacia Luffy, gacha.

- Luffy...,- murmuró la joven -. No lo sé, pero creo que a Sanji le pasa algo... Le noto raro desde hace unos días.

- ¿Es posible que, tras haberte conquistado después de tanto tiempo, se haya cansado de ti?,- Luffy la toma de los hombros, quedando detrás de ella. Nami, al escuchar la pregunta, se vuelve sorprendida.

- ¡Luffy!,- sus ojos parecían salir de sus cuencas -. ¡No digas eso ni en broma! Sanji y yo estamos muy enamorados, ¿me oyes? ¡Es imposible que haya dejado de quererme!

- Perdona, Nami, pero yo también me he fijado en que Sanji está raro... Desde hace unos días le noto como distante de ti, como que poco a poco va perdiendo la pasión de estar a tu lado. Además...,- Luffy agacha la cabeza, sonrojado -, hace días que no os oigo por la noche...

Nami se vuelve, también sonrojada, al oir a Luffy.

- La verdad es que tienes razón, Luffy,- murmura avergonzada -. Hace unos días que ni me ha tocado... Quiero pensar que es por las batallas y el viaje. No quiero agobiarle, de verdad. Siempre que termina una batalla, o llegamos a una isla después de tantos días navegando, hago todo lo posible para que se sienta cómodo y descanse. Le doy masajes, le dejo dormir cuando me levanto por las mañanas, me ocupo de sus labores a bordo. Le amo demasiado, Luffy.

- No tanto como yo a ti

Aquella respuesta dejó a Nami totalmente descolocada. Luffy le tomaba de las manos, se iba acercando lentamente a ella. Nami no podía reaccionar, estaba totalmente helada al oir aquella revelación de su capitán. Empezó a notar su aliento cálido en su rostro. Sus labios iban a juntarse. Luffy había cerrado los ojos suavemente. Nami seguía sin creer lo que estaba pasando en ese momento. Luffy la iba a besar. No lo podía permitir. No lo debía permitir. No lo tenía que permitir. Ella estaba con Sanji, su cocinero pervertido, su amor, su media naranja. Pero no conseguía moverse, ni siquiera hablar. Luffy estaba a punto de besarla. El tiempo se estaba parando para ellos. Les empezaba a envolver un silencio mágico en el que ni los pájaros, ni el mar, ni el barco emitían sonido alguno. Tan sólo se oía un silbido lejano, que iba creciendo en intensidad poco a poco...

sábado, 6 de noviembre de 2010

CAPITULO 17

Chopper y Ussop estaban inmersos en sus quehaceres. El reno había encontrado un tipo de hierbas que no aparecían en sus libros, y Ussop estaba experimentando con sus "canicas explosivas", buscando nuevas mezclas. No se dieron cuenta de la llegada de aquel visitante...
- ¿Qué hacéis?

Chopper y Ussop dieron tal respingo que casi se diría que llegaron a levitar varios metros. El reno se escondió (a su manera) en un árbol, mientras que Ussop, movido por los reflejos, le lanza una de sus canicas. El polvo resultante al estallar la bolita de metal a los pies del visitante le hizo toser.

- ¡Chicos!,- respondió aquella persona, entre toses -. ¡Soy yo! ¡Sanji!

- ¿Sanji?,- los dos amigos se calmaron. Cuando el humo se desvaneció, vieron al cocinero, con el brazo tapándose el rostro -.

- ¡Perdona, Sanji!,- se excusó Ussop, haciendo mil y un reverencias -. ¡No sabíamos que eras tú!

- ¡Pues claro que soy yo!,- exclama el cocinero, airado -. ¿Quién iba a ser si no?,- de repente se calma, mirando alrededor -. ¿Y Robin y Zoro? Me dijeron que estaban con vosotros.

- Zoro se fue a dar una vuelta,- responde Chopper, aún con el miedo en el cuerpo, más por la reacción del cocinero que por su entrada sorpresiva.

- Conociéndole seguro que se ha vuelto a perder...,- murmura Sanji.

- En cuanto a Robin, no nos hemos dado cuenta de que se había ido también,- contesta el inventor, avergonzado.

- En fin, iré a buscarles...

Sanji se disponía a buscarles, pero los otros dos le detienen.

- Pero, Sanji, ¿qué haces aquí? ¿No estabas en el barco?

- Sí, pero he decidido unirme a vosotros.

- Bueno...,- Ussop mira al médico -. Nosotros creo que ya hemos terminado, y pensábamos volver al barco cuando Zoro volviese, pero visto lo visto...

- Bueno, si queréis volver al barco, podéis iros,- les responde Sanji -. Yo buscaré a estos dos.

- Sanji,- Chopper le llamó con su tímida y dulce voz -. Este bosque es muy grande y espeso. Te puedes perder.

- ¡Eh! ¡Yo no soy tan despistado como ese cabeza de alga!,- exclama Sanji, algo enojado.

- No es que dudemos de tu capacidad de orientación,- responde Ussop, tratando de calmarle -, pero ten en cuenta que esta parte de la isla no la hemos explorado nunca, y es fácil que nos perdamos y no sepamos volver.

- ¿Me estáis diciendo que me queréis acompañar?,- pregunta tras dar un suspiro.

- No, no era eso lo que queríamos decirte,- responde Ussop, sorprendido -. Lo que queríamos decirte era que volvieses con nosotros al barco, pero viendo que estás empeñado en irles a buscar, te acompañamos. Si quieres, claro...