sábado, 25 de agosto de 2012

CAPITULO 29

El golpe recibido le hace caer inconsciente, logrando liberar a sus dos presas de su poder.

- ¡Luffy! ¡Esta es nuestra oportunidad!,- responde Zoro. Luffy asiente y corre hacia el oficial para asestarle un gran golpe. Zoro le acompaña, con las katanas listas para la pelea.

Justo en el momento del golpe de gracia, Nori-Sencho se levanta y golpea con su gran brazo a los dos jóvenes, que caen al suelo. Por inercia del golpe recibido, las katanas de Zoro salen volando.


- ¡NAMI!

El desgarrador grito de Sanji se hizo sentir por encima de los demás. Todos se quedaron observando, atónitos, inmóviles, el cuerpo yacente de la pelirroja. Lentamente, un pequeño río malva asomaba debajo de ella. Sanji da un pequeño paso para después correr hacia ella. Se arrodilla a su lado y la abraza fuertemente, hundiendo su cabeza en el pecho de ella, empapando su camisa con la desazón y el dolor que emanaba sin piedad de sus ojos.




Luffy apretaba sus dientes con fuerza, comenzó a crispar sus puños con tal ímpetu que comenzó a caer al suelo, gota a gota, su vida. De repente, su brazo se estiró con fuerza hacia atrás para volver a gran velocidad hacia delante, como un búmeran, golpeando con fuerza al enemigo, haciéndole volar varios cientos de metros para hundirse en el mar.

- ¡Chopper!,- grita histérico el cocinero. El joven doctor, asustado, se esconde detrás de las piernas de Robin -. ¡Ven Chopper! ¡Cúrala!

El reno camina despacio, con pavor, hacia la pareja.

- Haz que se cure,- la voz de Sanji tenía mezcla de súplica e ira. Chopper comenzó el reconocimiento. Sanji miraba, triste, el rostro sereno y angelical de una apacible y tranquila Nami durmiente.

- Sa… Sanji…,- la voz de Chopper sonaba apagada. Miedosa -. No… no hay nada que hacer…

- ¿Cómo que no hay nada que hacer?,- exclama enojado Sanji -. Eres doctor. ¡Cúrala!

- La herida es bastante profunda... Y hay varios órganos vitales muy dañados… Un riñón… El estómago… Un pulmón… El corazón…,- a medida que enumeraba las vísceras, la voz de Chopper se desvanecía.

- Lo siento, Sanji…,- Chopper comenzaba a ahogarse entre lágrimas. Apenas logra aguantar un segundo la mirada del cocinero y huye corriendo.

- Sanji… Lo siento mucho…,- Zoro se adelanta lentamente hasta su amigo para posar su mano en su hombro. El cocinero se vuelve y le mira rabioso.

- Tú…,- susurra entre dientes -. Tú.- Se levanta -. Tú…- Sanji le agarra con fuerza. Zoro retrocede un par de pasos, asustado, los suficientes como para que Sanji tome la iniciativa y le arrastre hasta la puerta del baño, entrar, seguir andando y entrar en uno de los cubículos del aseo. Zoro se golpea la espalda con la pared. Estaba realmente asustado, nunca antes había visto aquella mirada de odio en Sanji. ¿Y cómo era posible que, aun siendo él el más fuerte de los dos, hubiera podido ser doblegado por el cocinero y ser llevado durante varios pasos?

- Todo esto es culpa tuya,- murmura Sanji, entre dientes. Se notaba toda la ira contenida en su tono de voz.

- Pe… pero…,- Zoro apenas podía articular palabra.

Sanji le agarra del cuello.

- Todo esto es culpa tuya,- repite Sanji, con los ojos inyectados en sangre. Zoro no acierta a decir nada. Sanji toma las mejillas del peliverde con su otra mano, aplastándolas, haciendo que los labios del samurái se estiren hacia delante. Sanji estaba a pocos milímetros de su rostro -. Jamás te lo perdonaré.

El terror hacía su aparición en los ojos de Zoro. Sanji, de repente, se abalanza sobre sus labios. Se queda durante unos instantes sorbiendo el dulzor de aquella boca, temblorosa por el pánico. En un arrebato lleno de rabia e impaciencia, Sanji tira de la camisa de Zoro con fuerza. Los botones saltan por los aires. Sanji le quita la camisa. Luego trata de desabrocharle el pantalón, aparatosamente. Cuando lo consigue, se quita la camisa torpemente y se desnuda igualmente. De improviso, Sanji toma los muslos del guerrero y los aupa, quedando Zoro suspendido en el aire, tan sólo sujeto entre el cocinero y la pared. Sanji trata de acertar en el acoplamiento.


- Esto… esto es lo que tú querías, ¿verdad?,- la jadeante voz del rubio estaba llena de rabia e ira.


El ahogado grito de Zoro indica que consiguió su objetivo.

sábado, 18 de agosto de 2012

CAPITULO 28

- Bueno, bueno, bueno… Pero mirad a quiénes tenemos aquí,- responde una cavernosa voz riente -. Pero si en la banda de Sombrero de Paja.

- ¡Cielos! ¡Nori-Sencho!,- exclama Robin.

- ¡Vaya, vaya! Pero si es Nico Robin,- responde el oficial -. ¡Cuánto tiempo sin vernos!,- ríe.

- ¿De qué le conoces, Robin?,- pregunta Luffy.

- Es... es una larga historia.

- ¡Cómo! ¿No les has hablado de lo nuestro?,- carcajada.

- ¿De lo vuestro?,- el rostro de Sanji se endurece -. No me digas que tú y ese... ese...

- No, cocinero. No tiene nada que ver. Es simplemente... algo que prefiero olvidar de mi juventud.

- Veo que no sabéis que aquí, la damisela, estuvo un tiempo trabajando para mí.

Los rostros de la banda se transforman en todo un poema de sorpresas.

- Ro... Robin...,- tartamudea Nami -. ¿Eso es cierto?

- Lo es, navegante. Y por eso prefiero olvidarlo. ¡Aquello fue un gran error!

- ¡No lo fue para nada!,- ríe Nori-Sencho -.Gracias a ti capturamos a muchos piratas, y yo ascendí. Lo malo es que cuando estuvimos a punto de capturar a Cocodrile, desapareciste con él. Pero ahora que te he vuelto a encontrar, ¡y nada menos que con Sombrero de Paja!, ya veo mi recompensa: estar entre los Sichibukai.

Apenas termina de hablar cuando Luffy se adelanta corriendo hacia él, dispuesto a pegarle.

- ¡Capitán! ¡No! ¡Detente!,- grita Robin.

A pocos pasos, Luffy se detiene. Nori-Sencho ríe.

- ¿Qué te pasa, Sombrero de Paja? ¿Te has quedado pegado?,- gran carcajada.

- ¡No puedo moverme!

-¡Traté de advertirte! ¡Tiene el poder de hacer que la gente se quede pegada a cualquier objeto!

El oficial se adelanta con paso quedo, pero decidido, hasta Luffy, golpeándolo sin parar. Zoro trata de interceder, con sus tres katanas, pero el marine le esquiva en el último momento. Zoro queda igualmente pegado al barco por los pies.

- ¡Zoro!

El espadachín emite sonidos guturales.

- ¡Oh, Dios santo!,- exclama Usopp -. ¡Las espadas! ¡Mirad las espadas!

El capitán Marine había conseguido que las espadas se fusionasen con las manos y la boca de Zoro.

- ¡Ataquémosle todos a la vez!,- responde Sanji -. ¡No creo que pueda pegarnos a todos a la vez! ¡Y desde el cielo!

- ¡Pero no podemos volar!,- exclama Brook.

- ¡Tú haz lo mismo que yo!,- responde Sanji al tiempo que se eleva varios metros en un gran salto. Su pierna comienza a arder al tiempo que se deja caer pesadamente sobre el oficial. Nami le sigue, preparada para golpearle con su vara. Usopp está preparado para dispararle sus canicas más efectivas. Brook empuñaba una pequeña espada que tenía escondida en su bastón. Franky tenía a punto su brazo para dispararle. Chopper había conseguido evolucionar a su forma humanoide, dispuesto a darle el más fuerte de sus golpes.

- No lo vais a conseguir,- el oficial le observaba, sin alterarse, preparando un movimiento de repulsa, pero, de repente, su cuerpo se arquea hacia atrás.

- ¡AHORA!,- grita Robin, en pose de uso de su poder -. ¡No creo que pueda retenerlo por mucho tiempo!

sábado, 11 de agosto de 2012

CAPITULO 27

Nami cae aparatosamente al suelo. La nube de polvo que se había formado no la deja ver. Al momento, reacciona.

- ¡Sanji!

Descubre que el mástil del barco había caído delante de ellos. Nami se levanta y corre. Sus ojos comienzan a llorar, no sabiendo si por la polvareda o por lo que su mente comenzaba a imaginar.

- ¡Sanji!

- ¡Qué!,- responde una voz entrecortada por las toses. Sanji aparece detrás del mástil caído. Nami le abraza.

- ¡Creí que…!

Sanji se queja.

- Creo… creo que me he dislocado el hombro.

Un nuevo estallido del barco les llama la atención. Los dos miran a la cubierta. Sanji sube de un salto, mientras que Nami utiliza el mástil caído, a modo de sucedáneo de escalera. Mientras sube, saca de entre sus ropas tres pequeñas varas de metal que encaja formando una sola. Al llegar al puente, ve a Sanji al otro extremo, oteando el horizonte.

- ¿Ves algo?

- Nada. No consigo ver nada.

De repente, entre el polvo y la humareda, aparece una enorme bola oscura que se dirigía directamente hacia ellos. A Nami no le da tiempo a llamar a su marido, entre otras cosas, porque siente que la empujan fuertemente, cayendo al suelo. Entonces, ve algo que crece rápidamente ante ella, interponiéndose en el camino de la bola, devolviéndola a su origen.

- Gracias Luffy,- responde. El joven capitán retoma su tamaño y forma genuinas, respondiendo con una amplia sonrisa -. ¡Oh, Dios! ¡Sanji!

- Tranquila, navegante. Está a salvo,- y la arqueóloga le señala la entrada de los camarotes. Y ahí estaba Sanji, sujeto a la pared por una multitud de brazos que nacían de los maderos.

- ¡Cuidado!,- el grito de Chopper les pone sobre aviso, pero tarde. Otra bola de cañón se cernía sobre ellos sin tiempo para apartarse. Pero justo cuando la bola iba a caer sobre ellos, mágicamente se separa en dos mitades, cayendo ya fuera del barco.

- Gracias, Zoro,- murmura Brook -. Aunque a mí me da igual, como ya estoy muerto.

- Oye, esqueletito, eso no tiene gracia,- Franky estaba muy enojado.

- Chicos,- el tono de Zoro era terroríficamente serio -, no os despistéis.

Cuando la humareda se desvanece, Usopp se adelanta y comienza a observar el horizonte con sus gafas.

- ¡Por las barbas del profeta! ¡Es un barco de la Marina!

- ¿Cómo? ¿Son ellos?,- pregunta Sanji, a su lado.

- No hay duda.

- Pues que vengan cuando quieran,- responde Luffy, preparado para atacar/defender. Sus compañeros también se preparan para la batalla.


sábado, 4 de agosto de 2012

CAPITULO 26

Zoro se quedó pensativo, sentado sobre la hierba, con la mirada fijada en el horizonte. La suave brisa mecía su corto cabello como si de otro trozo del césped se tratase. Zoro mantenía su rostro serio y sereno.


- Tengo que olvidarme de él,- pensó -. Sé que será difícil y que probablemente vuelva a estar como antes, pero es lo mejor. Sanji y Nami llevan casados apenas unos días, y si ahora se entera de que... Esta mujer es capaz de cortarnos la cabeza a los dos. Y no precisamente la que tenemos encima de los hombros,- a Zoro se le escapa una sonrisa nerviosa al tiempo que baja el rostro, pero al momento vuelve a levantarlo -. Estos pequeños momentos que he pasado a su lado los guardaré para siempre en mi corazón, ya que no creo que los vuelva a poder repetir. Ni con él ni con nadie más. Pero no quiero romper la relación entre Sanji y Nami. No quiero que el amor que me tiene Sanji se convierta en odio por mi culpa. Si le amo, y por supuesto que lo amo, debo dejarle en paz.


Zoro lanza un pequeño suspiro mientras deja su mente en blanco, centrándose en admirar cómo el celeste del cielo y el marino del océano se funden en una fina línea azul en el horizonte. Trataba de no pensar en nada, en relajarse viendo aquella bella estampa, pero Sanji era un conquistador nato. Su cerebro se llenó de aquellos breves pero maravillosos momentos con él. Aquellos besos, aquellas caricias... Pero un recuerdo se hizo con el control de su mente.

- Sa…Sanji…,- susurra Zoro, entre jadeos, al oído de Sanji -. ¿Pu…puedo pedirte un… favor? ¿Te importa si… cambiamos los papeles?

Sanji se incorpora, sin comprender.

- ¿Cambiar… los papeles?

- Sí… Bueno… Déjalo, no he dicho nada,- Zoro vuelve el rostro, sonrojado.

- No, no. ¿Quieres que lo hagamos?

- Olvídalo, ¿vale? No… no he dicho nada.

Sanji vuelve a tumbarse sobre el samurái.

- Ya sabes que amo locamente a Nami. Y que si estoy contigo es por el sexo. Y porque eres mi amigo, así que no es simplemente sexo por sexo. Pero ya sabes que yo… bueno… ,- vuelve a incorporarse, bajando la mirada -… eso es muy grande para que entre por detrás…

- Ya, lo sé… Olvídalo. No he dicho nada.

- Pero si a ti te hace ilusión…,- Zoro le mira esperanzado. Sanji había vuelto el rostro, pero miraba al peliverde de reojo con una pequeña sonrisa pícara en su rostro.

- ¿En serio?

Con gran pasión abraza a Sanji, logrando tumbarle boca arriba en la cama. Zoro, nervioso, trata de devolverle el favor, pero Sanji le detiene.

- Tranquilo. Ante todo, con tranquilidad.

Zoro, comenzando a tener los primeros síntomas de hiperventilación, toma con fuerza y temblor su miembro y lo dirige al ano del cocinero. Éste cierra los ojos con fuerza mientras se muerde el labio inferior.



- Di… dime si te hago daño o algo…,- tartamudea el espadachín. Sanji le responde negando con la cabeza.

Tras unos instantes dudando si seguir adelante con el plan, Zoro finalmente invade la intimidad del cocinero al tiempo que éste arquea la espalda y abre la boca para tomar el aire que le faltaba en los jadeos que comenzaba a exhalar. Zoro comienza a moverse lentamente. Sanji levanta los brazos, como si quisiera asir algo que hubiera delante de él. Zoro, creyendo que es a él, se inclina hacia delante, lo suficiente como para que el cocinero le abrace fuertemente y se fusione con él en un apasionado abrazo.

- Tú sigue,- le susurra el rubio al oído -. No pares por nada del mundo.

- ¿Estás seguro?

- No… pares…,- la voz de Sanji sonaba ahogada, sin fuerza, transformándose poco a poco en sentidos y excitantes jadeos. El sudor hacía brillar su blanco cuerpo. Zoro quedó hipnotizado por las muecas de su amante. Instintivamente, lleva su mano a su rostro para apartarle el mechón que ocultaba su rostro.


- Oh, Sanji...


Zoro baja el rostro, sonriendo, volviendo a la realidad.


- Maldito cocinero pervertido...,- piensa -. Aunque, bueno, el pervertido ahora sería yo, ¿no?


Zoro se relaja riendo.


- Lo has conseguido, cejas rizadas. A mí también me has conquistado.


Se queda mirándose el regazo. Luego se mira la mano. Después mira a su alrededor.


- No me puedo creer que vaya a hacer esto,- niega con la cabeza, sonriendo, mientras se lleva las manos a su faja verde, en ademán de quitársela. Pero una explosión le llama la atención.