sábado, 29 de enero de 2011

CAPITULO 30

- ¿Se puede saber qué pasa aquí?,- exclama Zoro, saliendo de su camarote. Tiene a Luffy en el suelo delante suyo. Nami pegada a la pared, enfadada, increpando a Sanji, quien, a su vez, se le ve agitado, con los puños crispando, mientras Ussop le retiene sujeto por debajo de los hombros.

- ¿Estás loco, Sanji?,- le grita Nami al cocinero -. ¿Por qué has hecho eso?

Sanji no contesta. Tan sólo mira con rabia y odio a Luffy, quien, aún en el suelo, se pasa la mano, limpiándose la sangre que sale de su labio partido.

- ¿Queréis hacer el favor de no armar tanto jaleo....,- Chopper, en su forma primigenia, sale de su cuarto. Al ver a Sanji enfadado, Nami gritándole, y Luffy en el suelo, también con el rostro endurecido, da un paso hacia atrás, escondiéndose tras la puerta -.... por favor?

- ¿Se puede saber qué pasa aquí?,- repite el espadachín. Chooper se asusta del tono agresivo de su compañero y cierra la puerta, dejándola levemente entornada para poder ver a través de la apertura.

- ¿Quieres saber lo que pasa?,- responde Sanji, amenazante -. ¡Pregúntaselo a tu capitán!

Zoro se vuelve hacia Luffy, a quien tiende la mano para ayudarle a levantarse. Luffy le rechaza de mala manera, aupándose sin ayuda y sin dejar de mirar amenazante a Sanji.

- Luffy, ¿qué ha pasado entre vosotros dos? ¿Y por qué Sanji se ha referido a ti con ese retintín?

- Lo que pasa es que Sanji es un egoista.

Zoro se sorprende de su respuesta.

- ¿Un egoista?

- Sí. Lo quiere todo para él... incluso cuando ya no le hace falta.

Sanji, tras esas palabras, intenta desesperadamente deshacerse de Ussop, que aún le tenía sujeto por los hombros. Estaba totalmente ido.

- ¡Suéltame Ussop! ¡Suéltame te digo!

- ¡Sanji, tranquilízate, por Alá!

- ¡Ussop! ¡Llévatelo de aquí! ¡Ya!,- Ussop obedece a Zoro y se lleva como puede a Sanji a cubierta, entre los pataleos del cocinero. Zoro se vuelve a Luffy, quien abraza muy protector a una desconsolada Nami -. Y ahora decidme, ¿qué ha pasado?

sábado, 22 de enero de 2011

CAPITULO 29

- ¡Idiota!,- se repite a sí mismo una y otra vez Zoro -. ¡Eres un idiota! ¡Idiota, idiota, idiota!,- terminando por derrumbarse sobre su cama, dejándose llevar por las lágrimas. Empezó a recordar la conversación que tuvo antes con Robin, en la cascada. "¿Por qué?" era la frase que le martilleaba el cerebro, con la sensual voz de la arqueóloga repitiéndolo sin cesar. "¿Por qué?" ¿Por qué le daba largas a Sanji, cuándo éste quería hablar lo ocurrido en aquella roca, en aquella playa? ¿Por qué? Muy fácil... ¡Por que desde aquel momento comenzó a dudar! Dudaba de sí mismo, de su corazón. No sabía si Kuina era su verdadero amor o simplemente una amiga muy querida. Al igual que Sanji. ¿Era su gran amigo o algo más? Aquel beso... aquel maldito y endiablado beso... amargado por el sake...

Cuando se calma un poco, levanta el rostro. Mira a través de la ventana que tiene delante. Sobre el azul del cielo cree ver el rostro de su amiga.

- Lo siento...,- le responde a aquel fantasma de su mente -. Lo siento de veras. Te amo a ti, Kuina. Sólo tú fuiste mi gran amor, y no hay día ni noche que no me arrepiente de no habértelo dicho antes. Tú siempre estarás en mi corazón y te prometo por mi vida que nadie te sustituirá jamás. Pero Sanji... Aquel beso en la roca de la playa... Desde entonces tengo dudas. Es mi amigo, pero...,- vuelve a bajar el rostro, dejándose llevar de nuevo por la tristeza. Pero un gran golpe seguido por un grito desde fuera del camarote le hace volver a la realidad.

sábado, 15 de enero de 2011

CAPITULO 28

Luffy abrazaba a Nami fuerte y, a la vez, tiernamente. No sabía por qué lloraba Nami, pero Luffy se sentía en la obligación de rodearla con sus brazos, como protegiéndola. Sentía sus lágrimas empapando su roja chaqueta, pero sentía que le traspasaba el cuerpo y le calaban en lo más profundo de su corazón de goma.

- ¿Me lo vas a contar ya o tengo que esperar a cuando consigamos el tesoro de Gold Roger?,- preguntó Luffy, irónico.

Nami levanta la vista. Le ve sonreír suavemente. De repente, la joven siente cómo sus sentimiento se mitigan y desaparecen de su ser. La cálida sonrisa de su capitán y la sensación de protección de su abrazo la calmaron.

- ¿Y bien?

- Luffy... Yo...

Luffy le toma del mentón suavemente.

- Antes que tu capitán soy tu amigo. Ya sabes que me puedes contar cualquier cosa.

Durante unos instantes se hizo el silencio entre los dos. Nami no podía apartar la mirada de aquellos oscuros ojos. Se sentía bien, extrañamente muy bien.

- ¿Nami?,- la voz de Luffy la hizo volver de aquella ensoñación.

- Eh... Luffy...,- Nami se sentía algo violenta -. Verás... Acabo de ver algo que... me ha helado la sangre...,- Nami vuelve el rostro. Luffy la miraba dulcemente.

- Dímelo.

Nami se vuelve, dándole la espalda. Se abraza a sí misma, con el rostro gacho. Luffy la abraza.

- Es... es...,- Nami no se atrevía a decirle nada. Quería guardarlo para sí, pero el notar de nuevo el relajante abrazo de Luffy, se armó de valor -. ¿Recuerdas nuestra conversación, antes del ataque?,- Luffy asiente -. Después del ataque, Sanji vino hacia mí cuando aquel monstruo nos soltó y se fue. Se preocupa por mí, Luffy. Pero Zoro se metió dentro de los camarotes y Sanji le siguió,- se vuelve hacia Luffy, desesperada -. ¡Le siguió, Luffy! ¡Le siguió! ¡Y sin pensárselo!,- la voz comenzaba a entrecortarse -. Yo fui tras él... Se metió en el camarote de Zoro... Y miré...,- las lágrimas querían hacer su aparición, preludiadas por la pausa en la narración.

- A lo mejor sólo quería hablar con él...,- Nami niega con la cabeza.

- No, Luffy...,- responde con un hilo de voz -. Ahora todo encaja...,- se aferra con fuerza y rabia a la chaqueta del jóven mientras se desahoga. Luffy comprende y la abraza. Nami seguía sin poder articular palabra. El joven capitán, sabiendo que Nami no iba a hablar, aprovecha entonces para acercarse lentamente a su rostro hasta juntar sus labios y, ayudándose entonces con su lengua, le ayuda a desatascar su boca de todas esas palabras que querían salir a la vez. Los dos se dejaron llevar por aquel mágico beso, sin oír que la puerta del camarote de Zoro se abría...

sábado, 8 de enero de 2011

CAPITULO 27

Zoro baja la cabeza en jarras, negando. Avanza hasta Sanji, se arrodilla delante de él y trata de mantener la mirada en la suya.

- Sanji...,- dice, volviendo la mirada hacia los ojos del cocinero -. Aún no sé lo que me pasa. Sé que hay una batalla dentro de mí, pero siguen en tablas. Lo siento, pero ya te he dicho antes que yo.... yo no... vamos, que yo.... no soy como tú... Además,- continúa Zoro tras unos segundos en silencio -, tú estás con Nami. Es tu destino. Es vuestro destino. Lo que pasó aquella noche ya sabes que fue por culpa del sake. En verdad te quiero,- Zoro pone su mano en la nuca de su amigo -, pero como amigo. Me lo paso muy bien peleándome contigo, así consigo rebajar un poco mis nervios cuando el día está tranquilo y no hay nada qué hacer. Las horas del entrenamiento no me llenan lo suficiente, y por eso me gusta estar contigo, con todos vosotros, aunque no lo parezca.

- Zoro...,- Sanji le mira anodadado, luchando porque no le vea llorar. No tan cerca. El silencio se hace entre los dos, tan sólo roto por Zoro gesticulando en su boca un "lo siento". Zoro apoya su frente en la del espadachín, cerrando los ojos con fuerza para que las lágrimas no hicieran su aparición.

Sanji se levanta de la cama y, con paso decidido, llega hasta la puerta de la habitación. Antes de girar el pomo, se vuelve. Zoro no había cambiado su postura.

- Zoro. Te tendré siempre en mi corazón... como amigo. Te haré caso e intentaré centrarme en Nami. No he estado todo este tiempo detrás de ella como un tonto para, ahora que la tengo, despreciarla. No. Ella no se lo merece. Ni tú tampoco. Probaré durante un tiempo dedicarme por entero a Nami, como antes. Ya te comunicaré el resultado del experimento.

Sanji se da la vuelta de nuevo hacia la puerta y sale.

CAPITULO 26

- ¡Sogeking! ¡Sogeking! ¿Nos firmas un autógrafo?,- Usoop no sabía cómo librarse de Luffy y Chooper. Necesitaba salir de allí y volver a ser Usoop, el miedoso, pero sus dos amigos le acorralaban con los ojos brillantes.

- Estimados amigos,- les responde, fingiendo la voz -. Será mejor que cuiden de sus amigos, ¿no creen?,- y señala el cuerpo yacente de Robin. En el segundo en que Luffy y Chooper se vuelven, Usoop aprovecha y, de un salto, salta por la borda del barco y se esconde entre la maleza del bosque.

Chooper acude junto a Robin. La examina.

- Luffy,- le dice al capitán, mientras cambia a estado semi-humano -. Rápido. Ayúdame a llevarla a mi camarote.

Luffy y Chooper la llevan entre los dos hasta el camarote de Chooper. Cuando llegan a la puerta, Luffy se da cuenta de que Nami está frente a la puerta del camarote de Zoro, a pocos pasos de ellos.

- Ayúdame a dejarla encima de la mesa,- el comentario del reno hace volver a Luffy a la realidad. Entra en el camarote de Chopper y dejan a Robin sobre la mesa. El médico la examina mientras Luffy, viendo que ya no tiene nada más que hacer, sale. Al cruzar el umbral, se choca con Nami. Luffy la retiene y la mira. Está llorando.

- ¡Nami!,- exclama Luffy, conmovido -. ¿Por qué lloras? ¿Qué ha pasado?

Nami alza la mirada, tímida. Cuando se encuentra con los ojos del jóven capitán, vuelve a estallar en llantos, abrazándose fuertemente a él, empapando su roja camisa de lágrimas.

sábado, 1 de enero de 2011

CAPITULO 25

Nami estaba aterrada. Le temblaba todo el cuerpo. Había visto muy de cerca la muerte. Es verdad que habia participado en multitud de batallas y en muchas de ellas estuvo a punto de perder la vida, pero aquella fue diferente... Pensar en que sería su final y que no volvería  a ver a Sanji era lo único que le rondó la cabeza en aquellos momentos. El estar por fin con Sanji la cambió la vida por completo. Y el ver que Sanji acudió a su lado cuando derrotaron a Tony "el Calamar", notar aquel abrazo tan verdadero, oírle casi sollozando, le puso la piel de gallina. Pero lo que la descuadró fue que, de repente, la dejara sin más y se fuera corriendo. ¿A dónde iria con tanta prisa? ¿Qué habría en ese momento más importante que estar con ella, aliviarla de tan terrible suceso? ¡Estuvo a punto de morir! ¿Y Sanji se larga sin más, dejándola sola en cubierta? Quería una explicación, y le siguió sin que el cocinera la notara.

Le sigue por el interior del barco hasta que le ve entrar en un camarote. Con el corazón latiendo fuertemente, se acerca lentamente a la puerta.

- Este es el camarote de Zoro...,- piensa Nami.

Acerca su oreja a la puerta y escucha atentamente. Al principio no oye nada. Lo que parecen susurros inaudibles a través de la madera, pero, tras unos instantes, oye la voz de Zoro. Parece enfadado.

- "¿Lo sientes? ¿Crees que con eso ya está todo resuelto?"

Nami se separa asustada de la puerta. Aquel tono de voz de Zoro la heló la sangre. Ya había oido a Zoro miles de veces enfadado, sobre todo con Sanji, pero aquella vez... Aquella vez el tono era más aterrador. Estaba enfadado... de verdad. Pero la reacción de Sanji dejándola en cubierta, la actitud del cocinero tan rara aquellos días, y aquel comentario de Zoro la hizo seguir escuchando.

- "¡Sí, lo admito! ¡Estoy celoso!",- exclama Zoro.

- "¡Lo sabía!",- exclama Sanji, riendo sobre la cama -. "Aunque si admitieses que también me amas..."

¿Cómo? ¿Había escuchado bien? Entre que la respuesta de Sanji fue en un tono de voz más suave, y que la madera de la puerta no dejaba oir bien, Nami pensó que se podría haber equivocado y que habría escuchado mal. Pero, si aquel comentario era el correcto, entonces... Nami empezó a comprender. Ahora todas las piezas encajaban: Sanji en actitud rara desde hace días, el abandono de hace unos minutos, Sanji entrando en el camarote de Zoro, aquella conversación que estaba escuchando...

Y, tras pensarlo un momento, Nami abre la puerta con cuidado y mira dentro. Y ahí estaba Zoro, arrodillado frente a Sanji, mirándose los dos fijamente a los ojos...