sábado, 25 de diciembre de 2010

CAPITULO 24

Zoro entra en su camarote, cabizbajo. Cierra la puerta de un golpe. Se quita la bandana negra de su cabeza, con claro gesto desesperado. Se sienta pesadamente sobre su cama, apoyando su rostro entre sus manos. No sabía por qué, pero se sentía mal por dentro. Era algo extraño para él. Era la primera vez en su vida que sentía algo así. Bueno..., era la segunda. Y por eso se juró que nunca jamás volvería a sentir algo parecido, pero los sentimientos son indomables, y aparecen cuando menos te los esperas. Por eso, Zoro tomó una de sus katanas y se miró en el reflejo de su filo. Era como si concentrándose en su acero él pudiera detener ese estallido que había aparecido de repente en su interior, pero era imposible de pararlo. Sí. Estaba llorando. ¿Y qué? Él sólo derramó lágrimas cuando murió Kuina, y desde estonces se juró no volver a llorar nunca en su vida. Pero aquella escena que acababa de ver le dolió tanto... Entonces endurece su rostro, aprieta el puño con el que sujetaba el mango de la katana y de un golpe seco clava la espada en el suelo, totalmente perpendicular. Incluso parecería que llegó a hundirla varios centímetros en la madera. Y se dejó llevar por la tristeza. Un golpe ligero en la puerta le hizo volver. La puerta se abre lentamente y la cabeza del cocinero se asoma tímido.

- ¿Zoro?,- le pregunta en un hilo de voz.

Zoro le ve de reojo y se da la vuelta, tumbándose en la cama.

- Vete,- le responde secamente. Sanji desobedece entrando en el camarote y cerrando tras sí la puerta.

- Zoro. ¿Estás bien?

- Déjame.

Sanji se acerca hasta la cama y se sienta al lado de Zoro. Le acaricia el cabello. Zoro, al notarlo, le aparta la mano de malas maneras. Sanji se sorprende al principio, pero vuelve a acariciarle la cabeza.

- Zoro...,- responde Sanji, dulcemente -. Lo siento.

- ¿Lo sientes?,- pregunta Zoro, enfadado, mirándole -. ¿Crees que con eso ya está todo resuelto?

- Cálmate,- le pide, sujetándole por los hombros.

- ¿Que me calme? ¿Quieres que me calme tras ver que, si ese calamar nos hubiese tirado al mar, tú habrías ido sin pensarlo a por Nami?

- Es la más indefensa. Tú tienes tus katanas.

- Sanji...,- las lágrimas que amenazaban por salir entrecortó la voz del espadachín, pero le vencen y acaba por derrumbarse en el hombro de su amigo. Sanji le abraza tiernamente -. Te he visto cómo ibas junto a ella sin pensártelo dos veces. Y pensé que la amabas a ella en vez de a mí .- Sanji se separa de Zoro y le mira a los ojos.

- ¿Estás celoso?,- le pregunta. Zoro vuelve el rostro, enojado -. Sí, estás celoso...,- se responde a sí mismo, dibujando una sonrisa en su cara mientras toca la punta de la nariz de su amigo con el dedo. Zoro le aparta de un manotazo y se levanta nervioso de la cama, dándole la espalda -. Admítelo Zoro. Admítelo de una vez,- responde Sanji, con los brazos cruzados. Zoro desclava la katana del suelo y se vuelve a mirar en su filo. Una pequeña sonrisa aparece. Zoro envaina el arma y se vuelve bruscamente.

- ¡Sí, lo admito! ¡Estoy celoso!,- exclama.

- ¡Lo sabía!,- exclama Sanji, riendo sobre la cama -. Aunque si admitieses que también me amas...

Zoro baja la cabeza en jarras, negando. Avanza hasta Sanji, se arrodilla delante de él y trata de mantener la mirada en la suya.

sábado, 18 de diciembre de 2010

CAPITULO 23

- ¡Por encima de mi cadáver!,- exclama una voz fuerte. Todos miran hacia el mismo lado. Y ahí, de pie sobre la barandilla de la borda, posaba majestuoso un personaje enmascarado.

- ¿Y tú quién se supone que eres?,- pregunta enojado Tony "El Calamar".

- Es extraño que lo preguntes, ya que yo soy.... ¡el legenadario guerrero Sogeking!,- y tras su presentación comienza a cantar una divertida canción.


- ¡Sogeking!,- exclaman alegres Chopper y Luffy.

- Maldito narizotas...,- murmura Sanji -. Me había asustado por un momento...

- ¡Libera a esos pobres piratas y enfréntate con alguien de tu tamaño!

- ¿Esa frase la acaba de decir Ussop?,- se pregunta sorprendido Sanji -. ¿Será que cuando se viste de esas maneras cambia totalmente su personalidad?,- pero haya la respuesta al fijarse en las temblorosas piernas de su amigo.

Tony "El Calamar" se dispone a coger a aquel misterioso personaje con un tentáculo libre, pero Sogeking tiene unos reflejos rápidos y le lanza algo con su gran tirachinas, haciendo blanco en su rostro. Tony se queja, haciéndole llevar todos sus tentáculos a sus ojos, liberando a sus compañeros presos. Tony termina por precipitarse al agua.

- Gracias Ussop... digo, Sogeking,- responde Nami, tumbada en cubierta. Sanji corre junto a ella. Zoro les mira de reojo mientras toma aire. Luffy corre junto a Ussop, quien, más relajado, se deja caer a cubierta. Chopper también acude a su lado.

- ¡Sogeking! ¡Eres el mejor!,- exclaman los dos "usuarios" de las frutas del diablo.

Zoro se levanta y se mete en los camarotes. Sanji le ve.

- He pasado tanto miedo, Sanji-kun...,- oye decirle Nami al oído, mientras se abrazan, pero no deja de pensar en la manera en que se ha ido Zoro de cubierta. ¿Qué mosca le habrá picado?

domingo, 12 de diciembre de 2010

CAPITULO 22

Sanji notaba cómo le costaba cada vez más respirar. Sus piernas le fallaban, pero no se sabe cómo conseguía encontrar un resquicio de fuerza en su cuerpo. Y esa fuente era su mente. El nombre de Nami retumbaba en su cerebro, haciéndole correr un poco más, a pesar de la gran fatiga que se estaba apoderando de él. Ni el cansancio, ni la falta de aire, ni los latigazos de las ramas de los árboles le doblegaban. Aquél estruendo le volcó el corazón.

- Si algo le ha pasado a Nami-chan, no me lo voy a perdonar en la vida,- se decía a si mismo mientras corría por la selva, seguido de Chopper, ya transformado en reno, y Ussop.

La columna de humo cada vez se divisaba con mayor claridad, hasta que llegaron a la causa de ella, temiéndose lo que pensaban: que procedía del barco.

- Pero... ¿se puede saber qué es eso?,- gritaron a la vez Ussop y Chopper.

Los tres veían delante suyo lo que parecía un calamar gigante amarrado con sus tentáculos al barco. Entre los tentáculos que tenía libres lograron apreciar a sus compañeros: Luffy, Nami y Zoro. El mosntruo reía mientras observaba, jactancioso, sus capturas.

Sanji empezó a notaba un calor extremo dentro de su estómago, un calor que luchaba por salir, por invadir su cuerpo. Sus ojos comenzaron por enrojecerse por la sangre, sus dientes chirriaban, sus puños se crispaban. Y se dejó invadir por ese calor interno, un calor rabioso y airado que prendió en una de sus piernas mientras corría decidido hacia el barco. Cuando está ya junto al navío, toma potencia en un inmenso salto que le eleva varios metros en el aire, dejándose caer pesadamente en la perpendicular del calamar, dispuesto a dar una patada con su pierna fogosa. Pero el monstruo se da cuenta en el último instante y se libra del cocinero con un tentáculo al igual que una vaca se libra de una molesta mosca con el rabo. Sanji acaba golpeándose en la espalda contra el mástil principal del barco y cayendo al suelo. Dolorido, trata de levantarse, mientras escucha su nombre gritado por sus compañeros.

Chopper se enfurece por la escena vista y evoluciona a su estado andromorfo. Tomando potencia para corrar, se prepara para golpear al invasor, pero igualmente le repele con otro tentáculo. Chopper cae al suelo. Al levantarse, descubre a su lado el cuerpo inerte de Robin. Trata de despertarla, pero no lo consigue. Al tomar el pulso, descubre la respuesta: está inconsciente. El monstruo debió de golpearla muy fuerte, como a él y a Sanji.

- ¡Ussop!,- grita Chopper, hacia la costa -. ¡Dispárale!,- pero no obtiene respuesta -. ¡Ussop!,- de nuevo el silencio -. ¡Sanji!,- se vuelve al cocinero -. ¡Ussop no está!

- ¿Cómo?

- ¡Que Ussop no está! ¡Ha desaparecido!

- Maldito cobarde...,- murmura Sanji, rabioso de ira.

Los gritos de ayuda de sus compañeros le hacen volver. Luffy aún puede sobrevivir a aquello, por su naturaleza elástica, pero Zoro y Nami son normales, y esos terroríficos abrazos de los tentáculos podrían partirles los huesos fácilmente.

- ¡Suéltales!,- grita Sanji mientras se dispone a volver al ataque. Tony se vuelve hacia el cocinero, deteniéndole con uno de sus tentáculos.

- Veo que quieres mucho a tus amigos, ¿eh?,- responde Tony, riendo malvadamente -. Seguro que serías capaz de dar tu vida por la suya, ¿a que sí? Pues veamos si es verdad...,- y, adelantándose a la borda del barco, se prepara para saltar por ella al fondo del mar -. Sólo podrás salvar a uno de ellos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

CAPITULO 21

Zoro y Robin corrían por todo el bosque. Zoro seguía a Robin muy de cerca, pero, a pesar de ello, alguna que otra vez se perdió. Robin consiguió suplirlo llevando al espadachin en volandas por los árboles del bosque con lianas y lianas de brazos que la arqueóloga era capaz de crear de la nada. Cuando llegaron a la cala donde estaba el barco anclado, se encuentran una imagen que les congeló la sangre. Un enorme calamar de varios metros estaba en la cubierta del barco, con Luffy inmóvil en uno de sus tentáculos, aunque luchando por liberarse. Nami estaba frente a aquel monstruo, aferrada a su "vara del tiempo", lista para el ataque.

- No tienes nada que hacer, insignificante muchacha,- reía jactancioso aquel monstruo -. Soy el capitán Tony "el Calamar", y tengo ese sobrenombre gracias al día en que me comí un calamar que se había comido una "fruta del diablo", y gracias a ello, tengo esta apariencia tan sobrecogedora. Y tú, pelirroja, ¿qué habilidad tienes? ¡Ninguna!,- vuelve a carcajearse -. Tú, para mí, no eres más que una simple hormiga a la que puedo derrotar aplastándola con uno de mis tentáculos.

A medida que hablaba, Tony "el Calamar" estaba deslizando uno de sus tentáculas por la base del barco, haciéndola aparecer por detrás de Nami, amenazando con golpearla. Debido a que estaba de espaldas al sol, el tentáculo la hizo sombra. Nami, al notarlo, se da la vuelta asustada, pero se queda inmóvil, viendo cómo caía el tentáculo con todo su peso sobre ella. Cierra los ojos. Nota como si la empujaran y al momento un golpe en su costado. Abre los ojos. Se ve tumbada en la cubierta a varios metros de distancia del capitán. El tentáculo no había llegado a caer del todo. Estaba quieto en el aire. Nami vio una hilera de brazos saliendo del tentáculo. Nami comprende y busca en los alrededores. No ve nada, tan sólo una sombra que sale de entre unos matorrales cercanos, saltando hacia el cielo. El inconfundible chirrido del acero afilado desenvainado precede al ataque de aquella sombra. Al fin, Zoro aterriza en la cubierta del barco, arrodillado, con dos de sus katanas en las manos, sosteniendo la tercera con la boca. El monstruo trata de derrotarle con sus tentáculos, pero los reflejos de Zoro son más rápidos y logra escapar varias veces. Nami sigue en el suelo, observando cómo, mientras Zoro pelea contra el capitán metamorfoseado, Robin, escondida en la cubierta, ayuda a Luffy a liberarse del tentáculo que lo apresaba con sus brazos emergentes.