sábado, 8 de enero de 2011

CAPITULO 27

Zoro baja la cabeza en jarras, negando. Avanza hasta Sanji, se arrodilla delante de él y trata de mantener la mirada en la suya.

- Sanji...,- dice, volviendo la mirada hacia los ojos del cocinero -. Aún no sé lo que me pasa. Sé que hay una batalla dentro de mí, pero siguen en tablas. Lo siento, pero ya te he dicho antes que yo.... yo no... vamos, que yo.... no soy como tú... Además,- continúa Zoro tras unos segundos en silencio -, tú estás con Nami. Es tu destino. Es vuestro destino. Lo que pasó aquella noche ya sabes que fue por culpa del sake. En verdad te quiero,- Zoro pone su mano en la nuca de su amigo -, pero como amigo. Me lo paso muy bien peleándome contigo, así consigo rebajar un poco mis nervios cuando el día está tranquilo y no hay nada qué hacer. Las horas del entrenamiento no me llenan lo suficiente, y por eso me gusta estar contigo, con todos vosotros, aunque no lo parezca.

- Zoro...,- Sanji le mira anodadado, luchando porque no le vea llorar. No tan cerca. El silencio se hace entre los dos, tan sólo roto por Zoro gesticulando en su boca un "lo siento". Zoro apoya su frente en la del espadachín, cerrando los ojos con fuerza para que las lágrimas no hicieran su aparición.

Sanji se levanta de la cama y, con paso decidido, llega hasta la puerta de la habitación. Antes de girar el pomo, se vuelve. Zoro no había cambiado su postura.

- Zoro. Te tendré siempre en mi corazón... como amigo. Te haré caso e intentaré centrarme en Nami. No he estado todo este tiempo detrás de ella como un tonto para, ahora que la tengo, despreciarla. No. Ella no se lo merece. Ni tú tampoco. Probaré durante un tiempo dedicarme por entero a Nami, como antes. Ya te comunicaré el resultado del experimento.

Sanji se da la vuelta de nuevo hacia la puerta y sale.

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