sábado, 15 de enero de 2011

CAPITULO 28

Luffy abrazaba a Nami fuerte y, a la vez, tiernamente. No sabía por qué lloraba Nami, pero Luffy se sentía en la obligación de rodearla con sus brazos, como protegiéndola. Sentía sus lágrimas empapando su roja chaqueta, pero sentía que le traspasaba el cuerpo y le calaban en lo más profundo de su corazón de goma.

- ¿Me lo vas a contar ya o tengo que esperar a cuando consigamos el tesoro de Gold Roger?,- preguntó Luffy, irónico.

Nami levanta la vista. Le ve sonreír suavemente. De repente, la joven siente cómo sus sentimiento se mitigan y desaparecen de su ser. La cálida sonrisa de su capitán y la sensación de protección de su abrazo la calmaron.

- ¿Y bien?

- Luffy... Yo...

Luffy le toma del mentón suavemente.

- Antes que tu capitán soy tu amigo. Ya sabes que me puedes contar cualquier cosa.

Durante unos instantes se hizo el silencio entre los dos. Nami no podía apartar la mirada de aquellos oscuros ojos. Se sentía bien, extrañamente muy bien.

- ¿Nami?,- la voz de Luffy la hizo volver de aquella ensoñación.

- Eh... Luffy...,- Nami se sentía algo violenta -. Verás... Acabo de ver algo que... me ha helado la sangre...,- Nami vuelve el rostro. Luffy la miraba dulcemente.

- Dímelo.

Nami se vuelve, dándole la espalda. Se abraza a sí misma, con el rostro gacho. Luffy la abraza.

- Es... es...,- Nami no se atrevía a decirle nada. Quería guardarlo para sí, pero el notar de nuevo el relajante abrazo de Luffy, se armó de valor -. ¿Recuerdas nuestra conversación, antes del ataque?,- Luffy asiente -. Después del ataque, Sanji vino hacia mí cuando aquel monstruo nos soltó y se fue. Se preocupa por mí, Luffy. Pero Zoro se metió dentro de los camarotes y Sanji le siguió,- se vuelve hacia Luffy, desesperada -. ¡Le siguió, Luffy! ¡Le siguió! ¡Y sin pensárselo!,- la voz comenzaba a entrecortarse -. Yo fui tras él... Se metió en el camarote de Zoro... Y miré...,- las lágrimas querían hacer su aparición, preludiadas por la pausa en la narración.

- A lo mejor sólo quería hablar con él...,- Nami niega con la cabeza.

- No, Luffy...,- responde con un hilo de voz -. Ahora todo encaja...,- se aferra con fuerza y rabia a la chaqueta del jóven mientras se desahoga. Luffy comprende y la abraza. Nami seguía sin poder articular palabra. El joven capitán, sabiendo que Nami no iba a hablar, aprovecha entonces para acercarse lentamente a su rostro hasta juntar sus labios y, ayudándose entonces con su lengua, le ayuda a desatascar su boca de todas esas palabras que querían salir a la vez. Los dos se dejaron llevar por aquel mágico beso, sin oír que la puerta del camarote de Zoro se abría...

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