- ¡Sanji!
Descubre que el mástil del barco había caído delante de ellos. Nami se
levanta y corre. Sus ojos comienzan a llorar, no sabiendo si por la polvareda o
por lo que su mente comenzaba a imaginar.
- ¡Sanji!
- ¡Qué!,- responde una voz entrecortada por las toses. Sanji aparece detrás
del mástil caído. Nami le abraza.
- ¡Creí que…!
Sanji se queja.
- Creo… creo que me he dislocado el hombro.
Un nuevo estallido del barco les llama la atención. Los dos miran a la
cubierta. Sanji sube de un salto, mientras que Nami utiliza el mástil caído, a
modo de sucedáneo de escalera. Mientras sube, saca de entre sus ropas tres
pequeñas varas de metal que encaja formando una sola. Al llegar al puente, ve a
Sanji al otro extremo, oteando el horizonte.
- ¿Ves algo?
- Nada. No consigo ver nada.
De repente, entre el polvo y la humareda, aparece una enorme bola oscura
que se dirigía directamente hacia ellos. A Nami no le da tiempo a llamar a su
marido, entre otras cosas, porque siente que la empujan fuertemente, cayendo al
suelo. Entonces, ve algo que crece rápidamente ante ella, interponiéndose en el
camino de la bola, devolviéndola a su origen.
- Gracias Luffy,- responde. El joven capitán retoma su tamaño y forma
genuinas, respondiendo con una amplia sonrisa -. ¡Oh, Dios! ¡Sanji!
- Tranquila, navegante. Está a salvo,- y la arqueóloga le señala la entrada
de los camarotes. Y ahí estaba Sanji, sujeto a la pared por una multitud de
brazos que nacían de los maderos.
- ¡Cuidado!,- el grito de Chopper les pone sobre aviso, pero tarde. Otra
bola de cañón se cernía sobre ellos sin tiempo para apartarse. Pero justo
cuando la bola iba a caer sobre ellos, mágicamente se separa en dos mitades,
cayendo ya fuera del barco.
- Gracias, Zoro,- murmura Brook -. Aunque a mí me da igual, como ya estoy
muerto.
- Oye, esqueletito, eso no tiene gracia,- Franky estaba muy enojado.
- Chicos,- el tono de Zoro era terroríficamente serio -, no os despistéis.
Cuando la humareda se desvanece, Usopp se adelanta y comienza a observar el
horizonte con sus gafas.
- ¡Por las barbas del profeta! ¡Es un barco de la Marina!
- ¿Cómo? ¿Son ellos?,- pregunta Sanji, a su lado.
- No hay duda.
- Pues que vengan cuando quieran,- responde Luffy, preparado para
atacar/defender. Sus compañeros también se preparan para la batalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario