sábado, 11 de agosto de 2012

CAPITULO 27

Nami cae aparatosamente al suelo. La nube de polvo que se había formado no la deja ver. Al momento, reacciona.

- ¡Sanji!

Descubre que el mástil del barco había caído delante de ellos. Nami se levanta y corre. Sus ojos comienzan a llorar, no sabiendo si por la polvareda o por lo que su mente comenzaba a imaginar.

- ¡Sanji!

- ¡Qué!,- responde una voz entrecortada por las toses. Sanji aparece detrás del mástil caído. Nami le abraza.

- ¡Creí que…!

Sanji se queja.

- Creo… creo que me he dislocado el hombro.

Un nuevo estallido del barco les llama la atención. Los dos miran a la cubierta. Sanji sube de un salto, mientras que Nami utiliza el mástil caído, a modo de sucedáneo de escalera. Mientras sube, saca de entre sus ropas tres pequeñas varas de metal que encaja formando una sola. Al llegar al puente, ve a Sanji al otro extremo, oteando el horizonte.

- ¿Ves algo?

- Nada. No consigo ver nada.

De repente, entre el polvo y la humareda, aparece una enorme bola oscura que se dirigía directamente hacia ellos. A Nami no le da tiempo a llamar a su marido, entre otras cosas, porque siente que la empujan fuertemente, cayendo al suelo. Entonces, ve algo que crece rápidamente ante ella, interponiéndose en el camino de la bola, devolviéndola a su origen.

- Gracias Luffy,- responde. El joven capitán retoma su tamaño y forma genuinas, respondiendo con una amplia sonrisa -. ¡Oh, Dios! ¡Sanji!

- Tranquila, navegante. Está a salvo,- y la arqueóloga le señala la entrada de los camarotes. Y ahí estaba Sanji, sujeto a la pared por una multitud de brazos que nacían de los maderos.

- ¡Cuidado!,- el grito de Chopper les pone sobre aviso, pero tarde. Otra bola de cañón se cernía sobre ellos sin tiempo para apartarse. Pero justo cuando la bola iba a caer sobre ellos, mágicamente se separa en dos mitades, cayendo ya fuera del barco.

- Gracias, Zoro,- murmura Brook -. Aunque a mí me da igual, como ya estoy muerto.

- Oye, esqueletito, eso no tiene gracia,- Franky estaba muy enojado.

- Chicos,- el tono de Zoro era terroríficamente serio -, no os despistéis.

Cuando la humareda se desvanece, Usopp se adelanta y comienza a observar el horizonte con sus gafas.

- ¡Por las barbas del profeta! ¡Es un barco de la Marina!

- ¿Cómo? ¿Son ellos?,- pregunta Sanji, a su lado.

- No hay duda.

- Pues que vengan cuando quieran,- responde Luffy, preparado para atacar/defender. Sus compañeros también se preparan para la batalla.


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