sábado, 12 de febrero de 2011

CAPITULO 32

Todos miram atónitos hacia la puerta del camarote de Chopper. Tras ella aparece, tambaleante, Nico Robin.

- No deberías moverte, Robin,- le dice Chopper, a sus pies, tratando, en vano, de hacerla volver al camarote.

- Navegante,- continúa Robin, haciendo caso omiso del reno -. Deja que el espadachín se explique.

- Pero Robin...,- Zoro es interrumpido por la arqueóloga con un gesto de la mano.

- El espadachín y yo somos los únicos que conocen el por qué el cocinero actúa así. Y es que simplemente está confundido. Al igual que tú, ¿no?,- le pregunta a Zoro. Éste la mira soprendido, como cuando alguien es sorprendido haciendo algo a escondidas. Al momento se relaja y baja el rostro, afirmando vergonzoso -. Navegante, dales un tiempo para que lo hablen. Porque lo tienen que hablar. Si tú no estás ya cómoda con el cocinero, díselo, pero de buenas maneras.

De repente se hace un incómodo silencio entre todos. Zoro sigue con la mirada gacha. No quiere mirar a nadie. Y menos toparse con la rabia de Nami. No se merece que él la mire a los ojos. Nami mira, con los ojos brillantes, a Luffy. Éste la sonríe tiernamente. Chopper, rompiendo ese silencio, toma a Luffy de la mano y lo mete en su camarote.

- Vamos, Luffy. Déjame ver ese labio...

Robin posa su mano en el hombro de Zoro, quien se vuelve hacia ella. Robin le sonríe al tiempo que le señala la salida. Zoro camina cabizbajo hasta salir al exterior, evitando mirar a Nami a la cara. Ésta, cuando ve a Zoro pasar a su lado, cierra fuertemente su puño, dispuesta a pegarle, pero se detiene. Robin acude a su lado.
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- ¡No te entiendo, Sanji!,- exclama, desesperado, Ussop.

- Yo tampoco me entiendo,- murmura el cocinero hacia sus adentros, reteniendo sus lágrimas.

- Me dices que estabas detrás de Nami desde el principio, y ahora que, tras años de ardua batalla, y ya que por fin es tuya, ¿la desprecias? Y como ella ve que no le haces caso y encuentra el amor en brazos de otro, ¿ahora sí que la prestas atención?

- Es algo que no puedo explicar, Ussop,- responde Sanji, mirando a su amigo a la cara, a punto de estallar en un llanto.

- ¡No te reconozco, Sanji! ¿Se puede saber qué es lo que te pasa?

- Eso es algo que sólo lo sabemos los dos,- responde Zoro, en el umbral de la puerta. Sanji y Ussop le miran. Zoro, con el semblante serio, le indica a Ussop que les deje solos. Éste obedece al momento y se mete en los camarotes deprisa.

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