sábado, 21 de abril de 2012

CAPITULO 10

Tal y como pronosticó Chopper, en una semana Zoro ya estaba fuera de la cama. Aunque le costaba andar, podía mantenerse de pie. Cuando alguien intentaba ayudarle, él, orgulloso, se deshacía de malas maneras de ellos, pero finalmente se dejaba ayudar, y Zoro, interiormente, lo agradecía. Todos sus compañeros se desvivían por él, tanto en su tiempo de convalecencia como en los días siguientes a su recuperación.

Un día, Zoro estaba en el gimnasio, ejercitándose bajo la atención clínica de Chopper. Aún debía seguir la rutina de la rehabilitación. Mientras Chopper le examinaba atentamente, la puerta se abre. Una rubia cabeza se asoma.

- Perdón,- responde la cabeza -. Creí que estabas solo...

- Sanji, espera,- el reno le retiene -. ¿Querías algo?

- No, nada.

- Puedo hablar, cocinero pervertido,- responde Zoro, con una medio sonrisa. Sanji agacha la cabeza, tratando de ocultar otra sonrisa. La escena no avanza. Todos se quedan quietos, sin moverse, sin hablar.

- ¿Qué es lo que querías?,- pregunta finalmente Chopper.

- No, si... No es nada...

- Chopper,- responde Zoro al renito al oído -. Será mejor que nos dejes solos.

Chopper le mira sin comprender, mirada que mantiene hasta que sale del camarote. Sanji queda junto a la puerta, cerrada. Zoro, al otro lado del cuarto, sentado sobre un banco de madera, se seca la cabeza con una toalla.

- ¿Me lo vas a decir o tendré que sacártelo a hostias?

- Maldito marimo...,- murmura el cocinero -. Verás... Es que... yo...

- ¿Qué?

- ¿Qué tal te encuentras?

- ¿Tanta vuelta para preguntarme esa tontería? Bien, estoy muy bien. Gracias a Chopper... Y gracias a tí,- la última frase apenas le sale en un hilo de voz -. Sanji...,- su tono de voz de trunca roto -, perdóname... Perdóname por haberos hecho este daño tan irreparable. Espero que lo comprendas. Yo estaba en ese momento asfixiado por un montón de problemas que no conseguía solucionar y...

- ¿Es cierto?

- ¿Cómo?

- ¿Es cierto lo que me contaste en el bosque y luego cuando despertaste?

- Eso... eso ya no tiene importancia...

- Necesito saberlo.

- No, no lo necesitas. Estás con Nami, la mujer que te enamoró desde el primer día. La mujer a la que, día tras día, galanteabas hasta conseguirla.

- Pero...

- Sanji. No. Por favor. Dejémoslo estar.

El rostro de Sanji desvela cierta desazón. Su mirada mostraba no estar de acuerdo con esa respuesta. Se da la vuelta y abre la puerta, apesadumbrado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario