- ¿No era lo que querías?,- le pregunta Sanji, tranquilamente. La medio sonrisa que dibujó al final de su frase hizo que las mejillas de Zoro se incendiasen.
- Sí... No...,- Zoro tartamudeaba, tratando de salir de esa conversación tan incómoda.
- ¿No? Entonces, lo que pasó en el bosque, ¿es que te tropezaste?
- Yo... yo... no...
- Allí me confesaste que estabas enamorado de mí, pero, por lo visto, te has sentido herido al no conseguirme. Y más cuando quien me consiguió fue Nami. Quiero que volvamos a ser amigos, aunque tras esto, quizá, nos sentamos incómodos los primeros días, pero no quiero perderte... como amigo. Recuerda que a mí me gustan las mujeres. A mí me gusta Nami. Tú seguro que me olvidarás. Te costará, pero lo harás. Encontrarás a alguien que no te haga tanto daño y te sea correspondido. Y tranquilo, que este secreto tuyo me lo llevaré a la tumba.
Y vuelve a besarle.
- Sanji...,- murmura Zoro en el momento en que se tocan sus labios. Sanji se detiene y se aleja de él.
- Perdona...,- Sanji sale del camarote -. Pero recuerda: ante todo, soy tu amigo. Estoy para lo que quieras,- y sale del camarote.
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