sábado, 9 de octubre de 2010

CAPITULO 13

Nami se había quedado mirando cómo Sanji se iba del camarote. Seguia sin comprender aquella reacción tan fría de su, por otra parte, tan ardiente amante. Su sexto sentido, tan femenino, la hacía pensar que pasaba algo. ¿Acaso fuera que Sanji, tras tantos años tras ella, ahora que ella al fin se ha dejado capturar por el cocinero, éste ha perdido todo interés en ella? ¿Tal vez sea ella un nombre más en la lista de conquistas de Sanji? No. No puede ser.

Ella, cuando conoció a Sanji en aquel restaurante flotante, se enamoró al instante de él. Era guapo, elegante, un gran chef, pero, ante todo, un gran caballero. Tenía una educación impresionante (quizá derivada de su trato con los comensales del restaurante), además de una labia y una verborrea que a cualquiera le hacía temblar las piernas. Ella, en verdad, cuando lo conoció, trazó un plan de conquistarle y poder hacerse con la recaudación de aquel restaurante, pero entre las batallas que llegaron contra los marines, y luego la pelea casi a muerte entre Zoro y Mihawk, y finalmente la incorporación de Sanji al equipo la hicieron desistir.

Ya con Sanji a bordo, eran constantes los halagos del cocinero hacia ella, y la gustaba. La hacía sentirse especial, algo que nunca saboreó en su corta vida. Entre la muerte de su "madre" y el reino de terror de Escualo, y el posterior desprecio de su ciudad hacia ella cuando se alistó en su banda la hicieron sentirse como el ser más despreciable del universo. Nunca jamás sintió aquel amor y aquella bondad, nunca jamás sintió unos ojos mirándola dulcemente y no cruelmente hasta que conoció a Sanji. Hasta cuando volvió a su ciudad, tantos años después, sintió celos de su propia hermana cuando Sanji se fijó en ella. Es verdad. Cada isla que visitaban era un agrio vuelco de su corazón. Sanji era muy enamoradizo y cuando conocía una muchacha hermosa, se enamoraba locamente de ella. Y eso a Nami la desquiciaba. Pero debía guardarlo. No lo tenía que saber nadie. Ni sus compañeros, ni sus "rivales" femeninas, ni las bandas contra las que luchaban, ni Sanji. Ni siquiera ella misma.

Pero al fin, después de tanto tiempo, se dejó atrapar. Y ya pudo ser totalmente feliz. Y por eso, por seguir envuelta en esa felicidad, se levantó, se vistió y salió a la cubierta.

1 comentario:

  1. Que gran historia esta que estas escribiendo! sigue asi, me encanta de verdad ^^

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