Sanji llevaba varios minutos en la cocina. No hacía más que picar comida. Tomates, puerros, limones. Daba igual, con tal de que fuera comida. Cortar comida le ayudaba a calmarse, pero esta vez... Esta vez no había comida suficiente en el mundo para que él se calmara.
- Maldito Zoro,- pensaba -. Todo esto es culpa suya. Ojalá nunca se hubiese unido a la tripulación. Ojalá yo nunca me hubiese unido. Yo ya era feliz en el Baratie, cocinando para todo el que se acercaba a degustar nuestros platos. Pero no, me tuve que unir a esta maldita tripulación. Estúpido Luffy, conseguiste llenarme la cabeza de pájaros. Me hiciste enrolarme porque con vosotros podría encontrar el All Blue. Aunque debo reconocer que ha habido cosas positivas: las aventuras que hemos pasado, la amistad con todos ellos, las islas y las gentes que hemos conocido, las batallas que hemos librado. Y Nami. Mi Nami.
Al recordar ese nombre, no puede evitar derramar una lágrima sobre la zanahoria que estaba cortando en ese momento. Se lleva la mano a los ojos.
- Oh, Nami. Mi dulce Nami. Aún no te has ido y ya te echo tanto de menos...
Sanji deja el cuchillo en la encimera y se da la vuelta para desahogarse tranquilamente.
- Y todo por culpa de ese estúpido marimo y sus estúpidas katanas. ¡Ojalá él estuviese en tu lugar!
- Cocinero...
La voz de Robin le hace darla la espalda y fingir seguir cortando comida.
- Cocinero. ¿Te encuentras bien?
- Estoy bien, Robin.
- El tono tan seco de tu voz me dice lo contrario. ¿A qué ha venido aquello con el espadachín? ¿Qué os ha pasado?
- No quiero hablar de ello, ¿vale?
- Pero...
- ¡He dicho que no, Robin!
- Ya sé que no quieres hablar de ello. Pero debes. ¿Por qué le has echado la culpa de lo que le ha pasado a la navegante?
- Porque ha sido él quien la ha matado.
- Eso no es verdad...
- ¡Ha sido él!
- Eso no es verdad. Y lo sabes. Sus katanas salieron volando en aquel golpe y la navegante tuvo la mala fortuna de que una de las katanas se clavara en su cuerpo.
Sanji vuelve a desplomarse con su tristeza.
- El doctor fue a ver al espadachín y lo encontró en el suelo, llorando, medio desnudo y sangrando. ¿Me vas a contar ya qué os pasa a los dos? ¿Qué te pasa a ti?
No hay comentarios:
Publicar un comentario