miércoles, 31 de octubre de 2012

ACE LUFFY

-¡Ace! ¡Ace!

Luffy corría llorando hacia su hermano. Ace apenas le da tiempo a darse la vuelta cuando Luffy choca contra él, lo abraza fuertemente y deja que sus lágrimas empapen la camisa de su hermano. Ace le acaricia el cabello, sonriente, disimulando la sorpresa precedete.

- Luffy, pequeño diabillo... ¿Qué has hecho ahora?

- ¡Nada! ¡No he hecho nada!,- Luffy le mira. Ace sonríe -. Tú no me crees,- Luffy baja el rostro y se separa de su hermano.

- ¡Claro que te creo!,- Ace se arrodilla delante de él y le toma de los hombros -. Para algo soy tu hermano mayor. Pero no me negarás que con tu largo historial de travesuras...,- Luffy se da la vuelta violentamente -. Luffy...,- Ace le voltea hacia sí -. Tienes quince años. Es normal que hagas travesuras, pero debes empezar a concienciarte de que eres mayor, y debes empezar a comportarte,- Luffy levanta el rostro. Los ojos llorosos del joven brillan tiernamente mientras su labio tiembla -. Yo siempre te he defendido, aunque hubo momentos que no los necesitabas,- sonríe Ace -. Pero quiero que sepas que no estaré para siempre ahí, así que debes empezar a tener responsabilidades. Ya sabes que yo dije que en cuanto cumpliera los dieciocho me iría de casa, y los cumplí ayer. Ahora serás tú el hombre de la casa, pero siempre que necesites algo, me puedes llamar. Sea la hora que sea.

Luffy le abraza fuertemente, sin poder evitar mostrar su más profunda pena.

- No quiero que te vayas.

- Ni yo, pero tengo que hacerlo,- Ace le separa -. Sé perfectamente que haces lo que haces porque es tu manera de reprobar mi decisión, pero, como siempre dices, ya eres mayor. Y los niños grandes no lloran,- Ace pasa su mano por el rostro de Luffy, limpiándole de lágrimas. Luffy logra calmarse.

- Ace... ¿Puedo dormir contigo?

- ¡Claro que puedes!,- responde Ace, alegre -. ¿Le negué algo a mi hermanito alguna vez?

Luffy, alegre, salta en la cama de su hermano, ocultándose entre las sábanas de la misma.

- ¡Luffy!,- exclama una mujer, entrando en el cuarto -. ¡Deja en paz a tu hermano!

- Tranquila, mamá. No me molesta.

La mujer mira a Ace por unos instantes, hasta que se da la vuelta y se va airada.

- ¡No sé qué voy a hacer con este muchacho!

Ace cierra la puerta, sonriente.

- Pobre mamá, qué dolores de cabeza le vas a dar a partir de ahora,- dice para sí.

- ¡Ace! ¡Cuéntame un cuento!

- ¿Un qué?,- Ace le pregunta tratando de quitarse la camisa.

- Un cuento. Como hacías antes.

- ¿Un cuento?,- pregunta sorprendido, mientras se quita el pantalón -. Así que un cuento...,- Ace finge pensar mientras se mete en la cama.

- Sí. Con piratas, tesoros y monstruos marinos,- Luffy sonreía ilusionado, sentado en la cama.

- Las historias que te contaba Sanks te han hecho mucho daño,- sonríe Ace, recostado -. Venga, acuéstate.

Luffy se tumba junto a su hermano, mirándole absorto, mientras Ace trataba de formar una historia en su mente.

- Pues... no se me ocurre ninguna. Sanks te habrá contado todas las historias habidas y por haber. Seguro que hasta te contó la de Black Sam.

- ¿Black Sam?,- los ojos de Luffy chispeaban ansiosos.

- ¿No te lo ha contado?,- Ace finge sorpresa -. Este hombre... Black Sam era un pirata inglés que se hizo corsario para conseguir el mayor tesoro del mundo para poder casarse con su amada. Rápidamente se hizo con cientos de botines, luchando con feroces enemigos hasta que consiguió el dinero suficiente. Así que volvió a tierra para casarse con su novia, pero justo antes de llegar a tierra, una terrible tormenta hizo que sus barcos se hundieran, muriendo Black Sam junto con todos sus hombres. Y sus tesoros.

- ¿Dónde se hundió?,- Luffy estaba inquieto.

- Tranquilo, hombretón,- sonríe Ace -. Es sólo una leyenda. Mucha gente ha intentando encontrar sin resultados ese tesoro. Venga, cierra los ojos y duérmete,- Ace le arropa.

- Ace. Te quiero,- Luffy le abraza.

- Y yo a ti. Y ahora duerme.

Tras unos instantes en silencio y a oscuras, Ace comienza a notar cómo algo se desliza sobre su cuerpo, llegando a traspasar la barrera del calzón. Va a echar mano para saber qué es, pero se detiene. Está rozando su miembro, acariciándolo suave y lentamente. Un sudor frío comienza a invadirle. Su pene empieza a tomar forma. Entonces nota algo que le hace abrir los ojos de golpe. Ya sabe qué es ese algo que recorría su cuerpo. Sólo había una sola cosa en el mundo que pudiera apretar de esa manera su pene: una mano. La única posibilidad era que fuera Luffy, ya que él mismo no es, pero era algo que su mente no podía asimilar. Su hermano, su propio hermano... Otra mano se deslizaba tras su espalda, bajando su calzón. Cuando su pene estaba liberado de su prisión, comprendió lo que no quería: efectivamente era su hermano, al notar que al mismo tiempo que liberaba su miembro, Luffy bajaba a su nivel.

- ¡Luffy!,- exclama Ace en un susurro, subiendo a su hermano -. ¿Se puede saber qué haces?

- Como es la última noche que vas a estar en casa, quería que fuera inolvidable.

- Pero... ¡tú estás loco! ¡No puede ser! ¿Y si madre se entera? ¿Y si se entera nuestro padre? ¡Nos matará! ¡Nos descuartiz...!,- Luffy le hace callar con un profundo beso en los labios. Ace sintió al instante el gran amor que le tenía su hermano en aquel largo beso, y le abrazó fuertemente, aprovechando aquel beso como si pudiera absorber todo el amor que su hermano le tenía y quedárselo para si, en su interior.

Vencido, Ace cierra los ojos y se deja llevar por el cúmulo de sentimientos que comenzaban a aparecer en su alma, sin percatarse de que su hermano empezó a recorrer su cuerpo lentamente, en un camino de sensuales besos, bajando por su cuello, su pecho lampiño, su vientre incipientemente musculado hasta llegar a su pene, con el que comienza a jugar y acariciar con su húmeda boca. Al primer contacto, Ace toma aire profundamente con la boca muy abierta, para luego expulsarlo entre temblores placenteros de todo su cuerpo. Luffy saboreaba a su hermano lentamente, como queriendo retener ese momento para siempre. Tras unos instantes, Ace se incorpora y toma el rostro de su hermano entre sus manos, haciéndole levantarse y besarle muy sentidamente. Mientras le besa, le domina, tumbándole de espaldas en la cama y posándose sobre él. Durante unos minutos crean una araña de acaricias y besos caóticos, hasta que Ace, tomándose un descanso, observa a su hermano, tumbado delante de él, sonrojado y mordiéndose la yema de un dedo.

- Luffy...,- murmura Ace. Su hermano sonríe tímidamente al tiempo que, con la otra mano, desliza lentamente su calzón -. Pero, ¿estás seguro?,- nueva sonrisa de Luffy, al tiempo que tapa su vergüenza volviendo su rostro entre las sábanas -. Oh, hermanito...,- sonríe Ace, tumbándose sobre él para volver a besarle, abrazarle y poseerle. Luffy cerraba con fuerza sus ojos, llegando a derramar alguna lágrima y ahogar algún grito mientras su hermano se hacía camino en su pudor. La estrechez de su intimidad contrastaba enormemente con la anchura del miembro de Ace, pero evitaba negarse a ello. Fue él mismo quien quería hacerlo, quería guardar ese recuerdo para siempre de su hermano mayor. Lo que no sabía Luffy era que Ace sabía perfectamente que aquello le producía dolor, pero Ace también se negaba a dar marcha atrás. Era lo que su hermano pequeño quería, y por eso trataba de hacerlo lo más suavemente que podía.

Tras varios intentos, Luffy logra relajarse, y el dolor poco a poco empezó a menguar. Ace ya podía moverse con más soltura y la fricción ya no era para nada violenta; es más, era hasta placentera. Luffy jadeaba, abrazado a su hermano. Ace espiraba al mismo ritmo que su hermano, a pocos centímetros de su rostro. No podía dejar de mirar su faz, sus ojos cerrados, su boca entreabierta. Sus cuerpos comenzaron a perlarse con el sudor que el acto les causaba. El cabello de Ace destilaba su sudor, cayendo gota a gota sobre el cuerpo de su hermano. De repente, Luffy abre los ojos y los dos se quedan mirándose fijamente, perdiéndose el uno en las pupilas del otro. De repente, Ace empezó a notar que sus fuerzas le fallaban, flaqueaba su vigor, se sentía cercano al desmayo, hasta que no aguantó más y se desplomó encima de su hermano; había llegado al éxtasis, el final del momento, pero apenas se dio cuenta porque los ojos de su hermano le habían hipnotizado completamente.

- Gracias, Ace...,- le susurra Luffy al oído, entrecortado por la fatiga.

- Luffy...,- murmura Ace. Al momento le abraza, Luffy le responde igualmente, y ambos terminan formando una bola de carne y sudor, cayendo en un profundo sueño.

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