sábado, 2 de junio de 2012

CAPITULO 16

- Zoro,- Sanji se sienta a su lado -. ¿Podemos hablar?

- No hay nada que hablar,- Zoro le da la espalda.

- Tranquilo, sólo quiero hablar contigo. Como antes. Como amigos. De lo que sea.

- Sé de lo que quieres hablar. De... aquello.

- Bueno... sí y no,- Zoro se levanta torpemente -. No te vayas, Zoro. Te prometo que no te pondré en ningún apuro. Sólo quiero hablar, como amigos -. Zoro vuelve a tomar asiento, exhalando un suspiro marcadamente molesto -. ¿Desde cuándo...?,- el voluntario silencio de Sanji hace que su amigo le mire a la cara. Al momento, Zoro vuelve a levantarse -. ¡No, no es eso! .- Zoro vuelve a tomar asiento -. Creo que no he sabido elegir bien las palabras... Veamos... Quise decir que... ¿Desde cuándo... tú... a ti...?

- ¿Desde cuándo me gustan los hombres?,- Zoro forma la pregunta, mirando a Sanji. Al momento, vuelve el rostro -. No creo que te incumba.

- Zoro...

Zoro vuelve a mostrar su fastidio en otro hondo suspiro.

- Bien. Te contaré mi vida, si tanto insistes. Ya sabéis todos que yo me formé como espadachín en el dojo de mi maestro desde que tengo uso de razón.

- Sí, eso sí. Y el origen de tu promesa también.

- Pues desde lo de Kuina me estuve entrenando día y noche para poder llegar a ser el mejor espadachín del mundo. Cuando cumplí los trece años, presencié una batalla entre dos hombres que me hizo desear aun más aquel anhelo. Uno de esos hombres era Mihawk. Ahí descubrí que Mihawk era, sin duda, el mejor espadachín del mundo, y si yo quería serlo, debería derrotarlo. Entrenando no sabría nunca si sería bueno, así que tendría que buscarme contrincantes, y dos años después tuve mi primera gran oportunidad: un grupo de bandidos estaban asolando una ciudad y me decidí a enfrentarme a ellos. Acabé bastante malherido, pero les derroté a todos ellos. Después me enteré que eran piratas.

- Y de ahí tu famoso mote.

- La gente me pagaba con comida y dinero, mucho dinero. Además, me llegaban a ofrecer alojamiento y atención, pero rehusé. Desde que abandoné el dojo hasta aquella primera gran pelea, viví sólo, y llegué a despreciar la compañía humana hasta límites increíbles.

- Pero, eso no quiere decir que...

- Todo cambió cuando conocí a Luffy. Él me rescató de una muerte segura con los marines. Yo me había formado la idea (totalmente errónea) de que el ser humano era malo por naturaleza, y así acabé yo. Pero Luffy me hizo cambiar de opinión. No me conocía de nada y, sin embargo, me liberó. Sin pedir nada a cambio. Ahí me di cuenta de que no todo el mundo es malo. La forma de ser de nuestro capitán, tan infantil, me hizo replantearme mi vida. Luego os conocí a ti y a Nami. La verdad es que Nami, al ser mujer, no me atraía lo más mínimo. Y eso que, después de media vida solo, el poder ver a una mujer me haría revivir la hombría de mi interior, pero nada. "Es señal de mi total desprecio al ser humano el no sentir nada", pensé. Pero tú... Cuando te conocí, tras la batalla del Baratie y mi enfrentamiento con Mihawk, algo empezó a surgir dentro de mí. No sé si estaba conmigo desde siempre o qué, pero al verte, tu forma de ser, tu caballerosidad, tu forma de hablar, tus halagos... No sé, creo que algo en mí se removió y... Durante todo este tiempo estuve en un mar de dudas, porque jamás sentí algo como aquello. Pero ya sé lo que es...

- Y en todo ese tiempo, ¿tú nunca antes habías...?

- No,- responde, sonrojado, el peliverde.

- ¿No? ¿Nada? ¿Nunca?

- Déjalo...,- murmura Zoro, volviendo el rostro.

- Tranquilo. No pasa nada. Si te he de ser sincero, yo tampoco,- el sonrojo se contagió a las mejillas del rubio.

- ¿Tú?,- pregunta Zoro, sorprendido -. No me lo creo. Sólo me lo dices para sentirme mejor.

- No, en serio. Bueno... un par de veces estuve a punto de... pero no llegó a nada.

- Entonces, ¿Nami?

- La dije que, a pesar de ser un casanova, quise esperar a la mujer de mis sueños, la mujer con la que seguro pasaría el resto de mi vida. Entonces, tú nunca has besado a nadie.

- No. Nunca.

- Lo noté cuando me besaste en el bosque...- de repente, Sanji se acerca a su amigo lentamente -. Si quieres, yo puedo enseñarte.

- Creo que ya hemos hablado demasiado...,- Zoro se dispone a levantarse de la mesa, pero Sanji le retiene tomándole del brazo, volviéndole y besándole lentamente en los labios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario