sábado, 30 de junio de 2012

CAPITULO 21

A la hora de la comida, el comedor se convirtió en un devenir de diálogos. Luffy engullendo sin parar, Chopper y Usopp riendo sus gracias, Franky comentando de vez en cuando con el árabe algunas mejoras que tiene en mente para el barco, Brook haciendo gala de su extremada elegancia,  Robin inmersa en sus libros, Sanji y Nami deshaciéndose en mimos y halagos mutuos, y Zoro... no pudiendo evitar observarles. Le alegraba que Sanji fuera feliz, que su amigo tuviera un futuro, algo que él nunca tendría.

De repente, no pudo evitar recordar su aventura de hace unos minutos. Se perdió entre aquellos recuerdos mientras observaba a su amigo dedicando carantoñas a su ya esposa. Se imaginó que se las hacía a él. Y no pudo evitar sonreír con cierto sonrojo. Ya había probado de él, ya conocía su sabor, su olor, su tacto. No era como él había imaginado, pero tampoco le desagradaba demasiado. Quizá sabía demasiado a tabaco, pero no le importaba.

Ya había podido saborearle hacía unos minutos, y, la verdad, no fue como él esperaba. Había pensado durante aquellos instantes en silencio a su lado no volver a acostarse con él, pero se sorprendió a sí mismo deseándolo de nuevo. Y baja la mirada, centrándose en su plato, tratando de exiliar esos pensamientos de su mente. Pero ya era tarde. Se había vuelto dependiente de él. Quería volver a acostarse con él, ahí mismo, en ese preciso momento. Quería apartarle de las garras de la pelirroja, agarrarle con fuerza y follarle encima de la mesa. No le importaba que les vieran todos. Sólo quería volver a repetirlo.

Pensaba en cómo poder saborearlo en distintos momentos y lugares. Cuando todos se fueran tras terminar de comer, quedarse con él a limpiar los platos. O a la hora de ir a explorar esos nuevos mundos que cada día descubren, quedarse con él a solas. Tras una desgastadora pelea, que Sanji se quede a su lado en la enfermería. O él al suyo.

Sanji le había iniciado en aquello del sexo griego, pero él no tuvo la oportunidad de responderle recíprocamente. Y quiso hacerlo.

- ¡Eh, Zoro!,- la jovial voz del capitán le hizo volver en sí -. ¿Te pasa algo? Estás muy rojo.

- ¡Ay, Dios!,- exclama Chopper -. ¡Ha vuelto a recaer!

- No... no es nada, Chopper. Tranquilo.

Maldito Luffy...

- Uyuyuy... Creo que nuestro amiguito está pensando en algo... O en alguien,- ríe Franky, dándole codazos en el costado -. En alguna amiguita que habrá conocido en la isla.

- ¿Alguna amiguita?,- pregunta, inocente, el joven doctor.

- Así que una amiguita, ¿eh?,- continúa Brook -. ¿No será la sobrina del panadero del pueblo? Ahora lo entiendo todo...

- Dejadme en paz...,- murmura, enojado, Zoro, bajando el rostro.

Zoro levanta por un segundo la vista. Sanji le estaba observando, sonriente. Y aquella sonrisa le hacía arder la sangre. No sabía cuánto tiempo más iba a poder aguantar sin tumbarle sobre la mesa y devolverle el favor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario